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gente empezó a levantarse. Michaelmas miró por su ventanilla y vio que el señor Samir ya
había metido la Oskar por la entrada y estaba aparcando cerca del autobús; los flancos de
la camioneta se metamorfosearon cubriéndose de plataformas y un técnico salió del
vehículo para subir a la más alta en apenas un segundo, colocando una cámara en su
soporte y alargando la mano hacia abajo para coger la que ya le estaban entregando.
- ¿Y Norwood? - preguntó Michaelmas -. Cuando le tocaste...
- ¿Norwood? ¿Ñor...? No, los sensores de esa terminal no recibieron nada. No es algo
que se pueda descubrir con sensores: tendrías que hacer un examen electrón por
electrón... ¿Norwood? ¡Qué pregunta tan interesante! No..., imposible. Compréndelo, no
hay ningún interfaz. Lo único que hay son datos. No, sólo podría percibirlo si me
encontrara con algo que se pareciera bastante a mí.
- Que se pareciera... Sí.
Michaelmas estaba observando a Norwood, que conversaba con Frontiere. Frontiere
estaba hablando en voz baja, muy concentrado en lo que decía, una mano sobre un
hombro de Norwood y dando ligeros golpecitos con la punta de sus dedos en el otro.
Norwood le estaba mirando a la cara con la expresión ligeramente absorta de quien acaba
de ser víctima de un terremoto. Todo terminó en un momento. Norwood se encogió de
hombros y asintió, bajando la cabeza. Frontiere sonrió y le pasó el brazo por los hombros
en un amistoso gesto de protección. Miró a su alrededor buscando ayudantes de prensa,
queriendo asegurarse de que la entrada del astronauta en la Torre de Control sería
manejada adecuadamente, y le dio unas distraídas palmaditas en el hombro.
- Eso es muy interesante pero no creo que tenga demasiada relación con la situación
actual - dijo Michaelmas -. Tus sensores pudieron medir si creía en sus palabras, ¿no?
- Al igual que podría haberlo hecho cualquier otro detector de mentiras.
- No creo que un ser humano necesite que se le apliquen más medios de detección.
Bueno... Vamonos. - El autobús se estaba vaciando. Michaelmas avanzó rápidamente por
el pasillo y bajó de él detrás de Norwood y Frontiere. Esperando a Norwood estaba no
sólo Ossip Sakal sino también Hjalmar Wirkola en persona, todo sonrisas. Las luces del
vestíbulo parpadearon durante un momento pero nadie se fijó en ello. Frontiere impulsó
suavemente al astronauta hacia el Director General. El anciano caballero se apartó de
Sakal cuando vio venir a Norwood y le ofreció la mano. Quien aguzase el oído quizá
hubiera podido oír el lejano tintineo de un timbre.
- ¡Mi querido muchacho! - dijo Wirkola, tomando - la mano del astronauta entre sus
palmas -. Me llevé tal alegría cuando Ossip me dijo que estabas a salvo... - La atención de
todos los presentes estaba concentrada en ellos. Un agente de seguridad parado junto a
los ascensores estaba contemplando las luces de un panel indicador, frunciendo el ceño y
con la oreja pegada a la pared, pero ésa era la única distracción perceptible en toda la
multitud.
Los periodistas se agolparon alrededor de Norwood y Wirkola. Michaelmas pudo ver a
más funcionarios de la CANU emergiendo de una sala contigua. Los ayudantes de prensa
de Getulio les abrieron paso por entre los espectadores y la gente de los medios de
comunicación. Un giro de cadera adecuado y un hombro insinuado estratégicamente
pueden hacer maravillas y crear pasillos en una multitud sin que ninguna cámara sea
capaz de registrar tales gestos.
De los niveles superiores del edificio les llegó un ruido ahogado. Quizá no fuera sino un
estallido sónico del exterior que había logrado penetrar el aislamiento del edificio. O
ladrones con el rostro enmascarado reventando una caja fuerte con pólvora. La puerta de
un montacargas se abrió silenciosamente y Papashvilly salió de él, con la respiración algo
acelerada pero recobrándose rápidamente. Domino estaba volviendo a emitir ese ruido
suyo. Ahora ya había aprendido a hacerlo bien. Era una especie de risita bronquítica que
salía de lo más hondo de un pecho desesperadamente necesitado de aire.
- ¡El programa de los sistemas del edificio! - jadeó -. Está intentando mantener la
homeóstasis mientras que todo el equipo de arriba se vuelve loco. Va de un sistema a
otro igual que una vieja criada persiguiendo ratones con su escoba. ¡Cielos, cielos!
Papashvilly avanzó hacia el grupo principal con la cabeza bien erguida, los hombros
echados hacia atrás y una sonrisa de placer en los labios. Sus ojos se posaron en
Michaelmas, que había estado moviéndose de tal forma que Luis no podía enfocar bien a
Norwood, y le saludó con dos dedos, cambiando de dirección durante unos segundos
antes de volver nuevamente hacia el grupo de bienvenida. Michaelmas alzó el puño, con
un pulgar levantado, y lo agitó de un lado a otro. Clementine le pisó el pie. «Pardon», dijo,
con las comisuras de sus labios temblando levemente y sus pupilas algo más dilatadas y
brillantes de lo normal.
- Disculpa - le dijo Michaelmas, preguntándose si iban a pasarse días enteros
sonriéndose el uno al otro -. Te aseguro que ha sido sin querer - dijo, y siguió avanzando,
con los ojos clavados en Campion, que ya se había puesto en acción. Campion estaba
mirando a su alrededor con una cierta preocupación, olisqueando el aire. La atmósfera se
había teñido con lo que apenas llegaba a ser una sugerencia de humo, humo que ya
estaba siendo eliminado por los ventiladores del edificio. Campion se encogió levemente
de hombros y concentró de nuevo su atención en los asuntos más inmediatos. A
Michaelmas le pareció muy interesante que Douggie tuviera tal olfato para las noticias.
Miró a Papashvilly y le guiñó el ojo.
- La Hanrassy está marcando el número de Gately - le dijo Domino. Michaelmas se
quedó quieto, cambió de rumbo y empezó a apartarse del gentío.
- Quiero oírlo - dijo, y sacó el auricular de la terminal, insertándolo en su oreja sin dejar
de caminar, lo que justificaría el hecho de que estuviera alejándose del grupo, y se quedó
inmóvil con una expresión absorta en el rostro, su mano libre tapando la otra oreja para
eliminar cualquier sonido ambiental. Y así permaneció, aparentemente distraído, mientras
que el secretario de Gately recibía la llamada y ponía a la Hanrassy en comunicación con
su jefe.
- Señor Secretario, quiero que vea algo - dijo la Hanrassy sin más preámbulos.
- Le está enseñando un holograma del emisor - dijo Domino.
- Sí - dijo Michaelmas, apretando la mandíbula.
- Ya lo veo, señora Hanrassy. ¿Debería reconocer qué es? - le preguntó Gately.
- Eso depende de si está muy familiarizado con la electrónica rusa.
- Me temo que no la entiendo, señora. ¿Es un aparato ruso?
- Lo es, señor Secretario. No cabe duda de ello; no es que sea una de las piezas
habituales de sus equipos, pero está hecho usando componentes normales y la
fabricación es característicamente suya.
- Sí, señora, de acuerdo... ¿Y qué relación tiene eso conmigo?
- Estaba preguntándome si podría llamar al coronel Norwood y preguntarle si lo
encontró dentro de su cápsula justo antes de que se viera obligado a escapar.
Michaelmas tragó una honda bocanada de aire.
- Bueno, ya está claro - le dijo a Domino con voz firme - No hay duda. Limberg y
Cikoumas le enviaron el aparato junto con todos los datos sobre su historia. No tienen ni
el más leve sentido de la responsabilidad... Deben creer que somos un hormiguero. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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